Fuente: diaridetarragona.com.- Un involuntario positivo en metilhexanamina pareció acabar con la vida deportiva de Ángel Rodríguez. El jugador de Sant Sadurní militaba en el Moritz Vendrell cuando en la fase final de la Copa del Rey de 2014 dio positivo en el control antidopaje. Tras unos meses de shock y recursos administrativos para evitar la sanción, Rodríguez vivió el momento más amargado de su carrera. El Comité Antidopaje apenas le escuchó y le castigó con dos años de sanción.
El varapalo le aisló del mundo que tanto él como su familia siempre han amado. Ángel se olvidó por completo del hockey y dedicó su tiempo a la actividad laboral y a sus hijos, el pequeño Ángel y Dídac. Jamás pensó en el regreso. Su cabeza quería olvidar, iniciar una nueva vida.
El vertiginoso paso del tiempo y la ayuda de sus amigos, muchos vinculados al mundo del stick, no le dejaron desconectar del todo. Tampoco el hecho de que el pequeño Ángel milita en las categorías inferiores del Noia. Keko Iglésias, excompañero de Rodríguez en el Cibeles de Oviedo y actual coordinador de la cantera del Noia, le animó a calzarse los patines. Ángel empezó a entrenar con el equipo de Primera Nacional Catalana del club dos días por semana. Lo complementa con otro de gimnasio. Más que nada quería probarse. Sentir el sí puedo o el no. La puesta a punto arrancó en enero.
El exjugador de El Vendrell, campeón en dos ocasiones de la Copa del Rey (2013 y 2014) y de la CERS (2013), ha escuchado los mensajes positivos de su cuerpo. “Percibo que cada vez estoy mejor y que puedo ofrecer rendimiento en una pista”, admite. Por ello ha tomado la decisión. “Estoy decidido. Quiero volver a jugar, quiero retirarme en una pista y no dejarlo como lo dejé. Me parece muy injusto”.
El próximo 16 de octubre, el protagonista verá como el calvario llega a su fin. Por aquel entonces espera haber encontrado algún equipo para realizar su pequeño desafío. Con 33 años cree estar a tiempo de ofrecer sus mejores prestaciones.