Jacint Carafí: cómo jugar al hockey patines en medio de Europa

3Fuente: fosbury.cat.- 1.211 kilómetros. Esta es la distancia que separa el Ateneu de Sant Sadurní d’Anoia y el Hockey Arena de Wolfurt (Austria). Los dos pabellones de hockey patines que más veces han visto jugar y entrenar a Jacint Carafí, un joven de 22 años que hace tres temporadas emprendió una nueva etapa deportiva y vital. Se marchó a jugar a hockey patines en Austria.

Un país con muy poca cultura de este deporte, pero que con los años y con la llegada de jugadores de otros lugares con mucha más tradición, como por ejemplo Cataluña, comienza a sentar las bases mínimas. Un fenómeno, el de ir al extranjero a jugar a hockey, que está ganando adeptos.

Pero, ¿qué es lo que lleva a un jugador de la base del Noia Freixenet, uno de los equipos históricos del hockey patines catalán y donde se han formado figuras de primer nivel como Pedro Gil, Jordi Bargalló o Marc Gual, a emprender este camino?

La primera respuesta es el buen nivel del hockey en nuestro país. Jacint formaba parte de un equipo junior – la última etapa del periodo formativo – campeón de España y de Cataluña, con compañeros de equipo como Pau Bargalló, ahora en el Barça. Pero no tenía claro su futuro en el Noia. La segunda, era buscar nuevos estímulos ligados a este deporte. «El entrenador del Wolfurt entonces conocía mi entrenador del Noia y le preguntó si había alguien interesado en ir a jugar en Austria. Como yo no sabía si el Noia me ofrecería la opción de continuar porque se acababa mi etapa formativa, dije: debe ser una buena experiencia y tengo ganas de aprovechar una oportunidad como esta. Y no me lo pensé», explica Jacint.

Ante la incertidumbre, decidió hacer las maletas y marcharse a Wolfurt. Un pueblo de unos 8.000 habitantes situado en el estado austríaco de Vorarlberg. Un estado federado que hace frontera con tres países: Alemania, Suiza y Liechtenstein. Allí, hace tres décadas un grupo de amigos comenzaron a jugar al hockey en la calle de una forma muy rudimentaria. Incluso se crearon algunos equipos en pueblos de los alrededores.

No fue hasta el 17 de noviembre de 1990 que se fundó el RHC Wolfurt gracias a la unión de dos equipos que hasta entonces jugaban en la calle y llevaban el nombre de la misma calle: el Bütze y el Lerch. Los primeros años el club jugó en la liga regional sur de Alemania. En 2002 pasó a la segunda liga Suiza, categoría que aún militan. El motivo de jugar en la liga del país vecino era, y sigue siendo, que en Austria sólo hay tres equipos de hockey: el Wolfurt, el Dornbirn y el Villach.

A pesar de la poca acogida que tiene el hockey patines en el país de la música clásica, equipos como el Wolfurt han apostado por importar el talento de otras regiones donde el deporte del stick y los patines tiene una base mucho más sólida. «Durante los tres años que llevo aquí, en el equipo siempre hemos sido tres extranjeros. La mayoría, catalanes. Lo que nos ofrecen es venir a Wolfurt para jugar con el primer equipo y entrenar a los niños pequeños. También nos ayudan a buscar un trabajo que se pueda compaginar con el hockey y nos pagan algunos gastos cotidianas, además de un primer curso de alemán», comenta Jacint.

En este sentido, los primeros meses tuvo que trabajar de obrero y desde hace dos años es cocinero de un restaurante de la zona. Por lo tanto, se vuelve a confirmar que vivir de este deporte es inviable si no formas parte de los grandes equipos del continente, como por ejemplo el Barça, el Oporto o el Benfica. Pero dentro de sus capacidades, la apuesta de los clubes austriacos es firme y ofrecen mejores condiciones que otros países donde el hockey patines es un deporte mucho más asentado.

La inversión, sin embargo, es a largo plazo y con un objetivo claro. «Les enseñamos a ser entrenadores y también nos centramos mucho en el aprendizaje de los más pequeños para que el día que nosotros nos vamos, ellos puedan seguir creciendo. Estamos perfeccionando los conceptos más básicos, tales como frenar o coger el stick. Pero como los niños son esponjas mejoran mucho. Al final, si tienen una buena base la podrán transmitir», detalla Jacint, que ha sido entrenador de la escuela del Wolfurt. El objetivo se basa en crear una base, actualmente formada por seis equipos y unos sesenta niños, que pueda dar sus frutos por sí misma y pueda ir creciendo cualitativa y cuantitativamente. Es un proyecto de futuro.

Los resultados acompañan

En el primer equipo el objetivo es diferente porque a pesar de haber un entrenador-jugador también catalán, el joven Jaume Bartrés, se centra más en los resultados, que de momento este año acompañan. Son líderes en la segunda liga suiza y podrían subir a la primera, donde juegan equipos como el Diessbach que para hacerse una idea del nivel, este año ha jugado la fase de grupos de la Liga Europea contra el Vic. En la primera vuelta, los suizos cayeron por 2-9, y en la segunda por 10-1. Pero el Wolfurt no sólo compite en la liga Suiza. Y es que los tres equipos de Austria también juegan entre ellos en la liga y la copa del país, unas competiciones menores pero que les permiten jugar en Europa. Partidos no les faltan.

Y lo que tampoco falta es la pasión por el hockey patines, porque al final, estos deportes minoritarios se acaban convirtiendo en esto: en pasiones, en experiencias vitales, en aventuras que aunque no permitan al jugador vivir de ese deporte, la llenan del todo. «Venir a Wolfurt me ha cambiado la vida para bien. Creo que es la mejor experiencia que he vivido», resume Jacint Carafí. 1.211 kilómetros que cuando se abrocha las botas, coge el stick y salta a la pista, se desvanecen.

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