Sara Lolo: «Por nuestro equipo corre sangre de primera, somos un grupo muy unido»

Fuente: elcomercio.es.- Sangre de campeona. Sara Lolo (Gijón, 1992) llega a la Asociación de Donantes de Sangre de Gijón muy bien acompañada, en equipo. La capitana del Hostelcur, club pentacampeón de hockey sobre patines, acepta gustosamente formar parte de la campaña en favor de la hemodonación que cada mes realiza El Comercio y el Centro Comunitario de Sangre y Tejidos, invitando a donar a una personalidad de la región.

La joven deportista y también médica, que debuta en esto de dar sangre, participa junto a otras jugadoras del club gijonés, entre ellas la portera Elena Lolo (su hermana y también donante), Andrea Soberón y Nuria Obeso, quienes a pesar a sus precoces 16 años se comprometen a estrenar mayoría de edad dando sangre.

Es su primera vez como donante, ¿qué tal la experiencia?
Muy bien, ya tenía ganas. Lo de donar sangre era algo que querría haber hecho hace tiempo, pero lo iba aparcando por los entrenamientos. Me costaba encontrar un hueco y ahora veo que en un ratillo lo haces perfectamente.

El pinchazo, ¿superado?
Sinceramente, no molesta ni más ni menos que el que te hacen para un análisis de sangre.

¿Qué es peor, ese pinchazo o encajar un gol en propia puerta?
(Risas). Desde luego, encajar un gol duele mucho más. Y si encima es en propia puerta, donde está mi hermana de portera, todavía peor porque seguro que me riñe.

¿Repetirá como donante?
Seguro que sí. Y estoy convencida de que no lo haré sola, ya que hay unas cuantas jugadoras del equipo que me han dicho que se quieren apuntar.

Además de capitana del Hostelcur, tricampeona de liga, cuatricampeona de Europa, campeona del mundo y reciente medalla de oro del Ayuntamiento como parte del club de hockey sobre patines en el que milita, ¿es usted también médica?
Sí, sí.

¿De dónde saca el tiempo?
Bueno, la verdad es que la etapa en la que estudié Medicina fue un poco locura, iba corriendo a todos los lados… De todas formas, no creo haber hecho nada del otro mundo, el truco está en organizarse.

¿Cuándo empezó a patinar?
Empecé a los diez años en el colegio Atalía y después me incorporé a a los doce a la disciplina del club, donde estuve en las categorías base. Con quince años entré en el primer equipo femenino.

¿Y desde entonces no dejó de patinar?
No, desde los diez años no me bajé de los patines. Me enganchó enseguida esto del stick.

Cinco veces campeonas de Europa y, sin embargo, el club se ve obligado a recurrir a microcréditos para financiarse. Esto en deportes como el fútbol no pasa, ¿no le da rabia?
Me da más rabia cuando me comparo con mi propio deporte, el hockey sobre patines, pero en la versión masculina. Los equipos de chicos que ganan títulos son todos profesionales. En el Hostelcur, aunque las cosas han mejorado mucho, seguimos muy lejos de la versión masculina de otros equipos.

Para que nos entendamos, ¿ustedes las chicas no cobran y los chicos de otros clubes, sí, verdad?
El total de la plantilla masculina de equipos que han ganado campeonatos son profesionales, sin embargo, en nuestro caso solo tienen algo de remuneración las jugadoras que fichan de fuera para que puedan quedarse aquí o las que somos un poco más mayores, pero son dos o tres jugadoras de la plantilla.

¿Le hierve un poco la sangre con estas cosas?
Imagínese. Si entrenas lo mismo, trabajas lo mismo, inviertes el mismo tiempo en prepararte pero el reconocimiento es la mitad y los recursos económicos son una décima parte… Claro que da rabia.

¿Hay que tener sangre especial para ser del Hostelcur?
Qué va, solo hay que tener ganas de trabajar, humildad y coraje. Nos gusta pelear hasta el final.

¿Tiene usted sangre de capitana?
(Risas). Solo tengo mucha entrega y amor al club, es lo fundamental. Eso, y querer aprender.

Como vecina de El Natahoyo, ¿imprime carácter ser de la zona oeste y competir en un equipo del barrio?
Eso es algo que todas llevamos con mucho orgullo. Nos identificamos con el barrio obrero del que venimos. Sabemos que procedemos de un club humilde, que nació con pocos recursos y que ha ido mejorando. El lema del club es que toda niña o niño que quiera jugar al hockey sobre patines pueda hacerlo, da igual de dónde venga.

Como capitana, no la veo tanta veces en el suelo como Neymar quejándose de una falta.
(Risas). Por lo general, en el deporte femenino no se andan con tantos cuentos como en el masculino. La parte buena de la falta de mediatización es que todavía no se ha instaurado tanto teatro.

¿Corre sangre ‘guerrera’ por el Hostelcur?
Corre sangre de primera, ja, ja. Somos un grupo muy unido y trabajamos muy bien juntas a pesar de la diferencia de edad.

¿Cuál es la clave de su éxito?
Trucos de magia no hay. Lo que hay detrás es mucho trabajo de entrenadores, directiva, del club e, incluso, de la grada. También el que haya jugadoras de varias generaciones con bastante nivel y experiencia.

¿Se dedicará a esto de por vida
No, pero aún no tengo ganas de dejarlo, creo que estoy en un buen momento deportivo.

¿Qué hará cuando cuelgue los patines?
Tendré que especializarme en alguna rama de la medicina, puede que en traumatología, pero no haré el MIR hasta que tenga tiempo para dedicarle a la residencia.

En los últimos años, el club tuvo bastante ‘sangría’ con la marcha de jugadoras que fueron importantes para alcanzar el palmarés de campeonas. ¿Se han repuesto?
Una de las señas de identidad de este equipo es la capacidad de sobreponerse. Es verdad que en los últimos diez años han marchado jugadoras claves en la consecución de los títulos, pero aún así el equipo sigue adelante. Hemos sabido reinventarnos y lo seguiremos haciendo.

¿El equipo masculino del Hostelcur, les tiene envidia?
(Risas). Envidia, envidia, espero que no. Muchos jugadores masculinos son compañeros de toda la vida, hemos formado juntos la cantera. Más que envidia creo que nos tienen respeto y cariño.

¿A quién le daría un ‘stickazo’?
Por dar, dar en la cabeza, se lo daría a quien promueva la desigualdad y la falta de oportunidades.

¿Se ha topado con actitudes machistas en el deporte?
En el deporte y en la vida en general. La sociedad aún está en un grado de madurez muy tierno aunque se ha tomado más conciencia. Seguimos viendo violencia de género con demasiada frecuencia. Mire, a eso sí que le daría un ‘stickazo’.

 

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