Ismael Mori, portero de clase

20160301-hockey-300xXx80Fuente: tododeporte.elcomercio.es.- Corría el año 1980 cuando el Club Patín Cibeles se hizo con el título de campeón de la Copa de Rey. Superó entonces al ‘todopoderoso’ Barcelona, al que venció en la final, disputada en Salamanca, por un contundente 4-0. En ese momento, el conjunto carbayón se convirtió en el primer equipo no catalán de la historia en llevarse un trofeo copero para sus vitrinas.

Defendiendo la portería de aquel equipo asturiano se encontraba el ovetense Ismael Mori. «Aquel Barcelona de los Trullols, Vilapuig, Torres, Centeil… era el equipo que más títulos había conseguido en la historia del hockey sobre patines», explica. «Había ganado cinco Ligas seguidas, cinco Copas de Europa seguidas y hubiese ganado cinco Copas del Rey seguidas, pero acabó perdiendo contra nosotros en Salamanca por ese 4-0», recuerda este exguardameta del Cibeles, que es licenciado en INEF e imparte clases en la Universidad de Oviedo.

Se inició en el mundo del hockey en los Dominicos y luego dio el salto a las filas del Cibeles, como muchos otros compañeros, donde desarrolló toda su carrera deportiva. Su buen hacer bajo palos en el equipo carbayón, con el que ganó la Copa del Rey anteriormente mencionada y con el que se proclamó subcampeón en la Recopa de Europa en 1981, no pasó inadvertido para el seleccionador nacional y despertó el interés de equipos como el propio Barcelona, el Reus y el Noia.

Sin embargo, Mori prefirió continuar en Oviedo. «Siempre quise jugar y retirarme en el Cibeles, como así fue. Tuve tres ofertas firmes para marcharme. La más importante la del Barcelona. Me llamaron y me dijeron que, cuando se retirase Carlos Trullols, yo iba a ser el portero. Pero yo les dije que estaba muy bien en Oviedo», hace hincapié. «En principio creían que era en broma, pero luego ya vieron que iba en serio», comenta con una sonrisa.

Con la selección española, en la que posteriormente se convirtió en el primer jugador no catalán en lucir el brazalete de capitán, Mori jugó cuatro mundiales -ganó uno de ellos-, y tres europeos -se coronó campeón en los tres-, hasta completar un centenar de partidos internacionales.

De su extensa carrera deportiva, Ismael Mori destaca en primer lugar la final de la Copa del Rey. «Para mí fue lo más importante», reconoce. Aunque también recuerda con nostalgia y cariño el Mundial disputado en San Juan, en Argentina, en el año 1978. «Yo era muy joven, fue mi primer mundial, debutaba en la selección y quedamos segundos. No ganamos, pero aquello fue apasionante. Lo máximo», explica sobre aquella vivencia. Y dos años después, en 1980, una nueva cita mundialista. En este caso, en Chile. «Allí quedamos campeones. Pero siempre antepongo a todo esto el 4-0 de Salamanca», recalca una y otra vez.

A nivel personal, este ovetense también recibió numerosos galardones. En 1983 fue elegido mejor portero del Continente, en 1996 fue condecorado por el COE (Comité Olímpico Español) con la Orden Olímpica, y también ostenta entre sus distinciones un Premio Delfos a los valores humanos en el deporte.

La vida tras ‘colgar’ los patines

Con treinta años y a pesar de poder continuar algunos años más jugando al hockey, colgó los patines. «Decidí que era el mejor momento para hacerlo pese a que me quedaban cuatro o cinco años al máximo nivel», reconoce Mori, quien volvió a ponerse ‘manos a la obra’ en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cuando formó parte del cuerpo técnico de la selección nacional como preparador físico y entrenador de porteros.

«Un jugador más»

«La experiencia fue muy buena. Eran tres porteros los que había en la selección, pero prácticamente era como si fuésemos cuatro. En los entrenamientos, en los partidos amistosos, yo era un portero más», tira de memoria. «Mi mentalidad era la de un jugador más», comenta. Y es que, a pesar de contar con el título nacional de entrenador, asegura que «no me veo en ese puesto». «Nunca ejercí como tal», destaca.

Además de impartir clases de Magisterio, en el área de Educación Física de la Universidad de Oviedo, y de disfrutar de su hija de dos años, Ismael ha publicado dos libros relacionados con su labor de portero: ‘Hockey total’ y ‘El portero de hockey’ -del que el por aquel entonces presidente del COI (Comité Olímpico Internacional) José Antonio Samaranch escribió el prólogo-.

El deporte del ‘stick’ fue su pasión durante los veintitrés años en los que se calzó los patines, aunque reconoce que, después de su retirada de las pistas, «ahora veo poco hockey». «No me gusta, incluso siento vergüenza. Es difícil de explicar», puntualiza.

No obstante, Mori tiene claro que el hockey asturiano no atraviesa su mejor momento y recuerda con añoro aquellos los derbis entre el Cibeles y el Kiber -ahora Club Patín Mieres- en División de Honor. «En el Palacio de los Deportes llegó a haber siete mil personas para presenciar aquellos partidos», relata Ismael Mori. «Pero, si los partidos en Oviedo eran espectaculares, los que se jugaban en Mieres eran apasionantes. Recuerdo aquella pista llena a reventar, los petardos en la grada. Aquellos partidos eran épicos», comenta el gran guardameta asturiano.

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